eTestimonios

Gente de la calle que cree en Dios

21 mayo 2006

Si alguien piensa que somos unas incultas, me gustaría verle planificando una comida para trescientas personas

Tanto Bernadette Pliske, de veintitrés años, como Andrea Feehery, de veintisiete, pertenecen al Opus Dei. Se dedican profesionalmente al cuidado doméstico de los centros. Ahora, trabajan en un centro de retiros y conferencias de Indiana, Estados Unidos.

Tanto Pliske como Feehery dan la impresión de ser unas chicas brillantes y elocuentes. ¿Qué piensan acerca de apuntarse a un estilo de vida en el que muchos creen que desperdician su talento?

«Yo lo veo como un honor -responde Feehery-. Me gusta ser la madre de todos en el Opus Dei. Lo entiendo como una profesión pero cada vez lo veo más como una madre. Mi trabajo consiste en comprobar que los miembros de la familia tienen todo lo que necesitan. Nuestra Señora hizo lo mismo por Dios.» Es algo extraordinario. Se podría sospechar que Feehery estaba simplemente siguiendo directrices de partido, pero estábamos hablando en una habitación a solas con total libertad. Feehery no parecía en absoluto el tipo de persona que permite que le impongan lo que tiene que decir.

Pliske estuvo de acuerdo. «Si no fuera numeraria auxiliar en el Opus Dei, estaría haciendo algo parecido en otra parte. Podría estar cuidando de mi familia. Aquí puedo ser la madre de una gran familia. Me encanta. Pienso en mi propia madre y en nuestra Señora en la vida de nuestro Señor.»

También afirma que las numerarias auxiliares son «totalmente capaces» de hacer otras cosas, pues su vida es una elección, no falta de otras opciones. «No es cierto que seamos unas incultas, quien lo piense tiene preparado un reto: me gustaría verles planificando una comida para trescientas personas.»

«Mucha gente no tiene una figura materna que cocine, lave y cuide de la familia. Mi madre se quedó en casa y ahora me doy cuenta en la vida de lo importante que fue su decisión.» Pliske confesó que tiene muy mal recuerdo de los dos anos que su madre trabajó fuera de casa. «Me encerré en casa. Ella no estaba cuando yo llegaba en el autobús.» Más tarde, la decisión de su madre de volver a casa la recibió como «un auténtico regalo».

Feehery comentó que aprecia en sus amigos una tendencia a valorar los logros con criterios externos. «Recibo sus correos electrónicos y al final siempre adjuntan esos largos tratamientos. Siempre me pregunto por qué es tan importante.» Cree que la satisfacción es «una gracia que se recibe de Dios». Feehery no ha abandonado sus intereses más tempranos. Tenía un talento en ciernes en el instituto y aún estudia arte en su tiempo libre. Además, no siente ningún remordimiento por las cosas que ha dejado en el camino.

«Estoy muy comprometida», afirma. «Todo el mundo pasa una crisis en el ecuador de su vida y sé que me abordarán esos pensamientos. Pero ¿qué es lo que hace que un marido se quede con su mujer cuando pasa? En esos momentos se debe rezar con más intensidad.»

«Conozco personas que odian su trabajo pero yo nunca me aburro -prosigue. No se trata sólo de poner los platos sobre la mesa, sino en lo que hay detrás de este trabajo. Se trata de a quién se lo haces y por qué lo hago. Eso hace que limpiar los lavabos pinte un poco mejor», bromea.

Fuente: J. L. ALLEN, Opus Dei, Planeta

Sección Cristianismo/Christianity

2 Comments:

Blogger Igone said...

claro que si.

mucho animo y mi oración

10:27 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Las felicito por esta loable labor que en efecto, la gente considera como una labor de "ultima categoría" y que veo que ustedes la hacen regresar a su verdadero lugar. Yo lo considero el trabajo mas profesional y multidisciplinar que existe y una labor que en mi rango es de la mas "alta categoría". Gracias e personas como ustedes el mundo ve la alegria de servir sirviendo.

En hora buena y rezaré por ustedes.

6:48 p. m.  

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